Caminé cinco cuadras en tu dirección y tres en contra. Sabía
que me estabas esperando, sabía que llegarías temprano. Siempre fuiste de lo
más impuntual, nunca llegaste a la hora a nada, pero que por nosotros lo
harías. En la mañana me escribiste: “No sé si lo logre.” Yo no respondí, pero
algo muy dentro mio me dice que estás
ahí.
Pero no sé si yo
logre llegar.
Ha sido un largo camino, he pensado muchas cosas. He recordado
mis días contigo y mis días sin ti, valorándolos a todo casi igual, de distinta
forma pero casi igual. He llorado por tenerte y por tu ausencia, por tener que
verte todos los días y no verte hace casi seis meses.
Aún llevo la pulserita roja en mi muñeca. ¿Recuerdas la
leyenda? Me la contaste ese día que, hartos de la rutina, subimos a mi auto y
conduje sin saber dónde iríamos, porque así era todo contigo. Llegamos a una
playa, pequeñita y discreta. Bajamos y nos tumbamos en la arena. Ver el cielo
era lo que mejor sabíamos hacer. Reímos, soñamos. Te canté aquella canción que
sé que ahora mismo debes estar cantando en tu mente. Una y otra vez hasta verte
dormir. Despertamos ya de noche, sin querer irnos de ahí. Nos desvestimos de a
poco, sabiendo que el tiempo era eterno, que éramos infinitos. Nos recorrimos
como si fuese la primera vez, tocando cada lunar, cada cicatriz que la vida nos
había dejado. Hicimos el amor, como nunca, sincronizando tus curvas con mis
espacios, suspirando al unísono, dejándonos ir en conjunto con las olas. Ahí, con el viento de único testigo,
acurrucados, con la luna brillante en tus pupilas me narraste esa historia: “dicen
que cada noche la luna sale a recorrer el firmamento. Pasa hasta el amanecer
buscando a aquellas almas que están destinadas a ser en el mundo para
juntarlas. Pero la luna es muy sabia y sabe que no tiene el control de todo,
que probablemente muchas almas queden dispersas por allí, separada por los
muros, por los lagos, las creencias y las montañas, por lo que las unes desde sus meñiques con un
hilo rojo”
“¿Por qué por el dedo meñique?” recuerdo que te pregunté.
Tenías la mirada más dulce en ese momento, los ojitos te
brillaban tanto.
“Porque es el único dedo de la mano que se comunica por una
arteria directamente hacia el corazón. Así cuando llegamos a este mundo podemos
estar rodeados de gente, podemos estar solo. Podemos pasar por muchas
historias, por muchas alegrías, dolores, camas y personas. Pero eventualmente
nos encontraremos, no sabemos cuándo, no sabemos dónde pero pasará pues
llevamos ese hilo rojo que nos conecta al destino, que nos permitirá
encontrarnos sin importar el tiempo, el lugar o circunstancia. El hilo se puede
estirar o contraer, pero nunca se va a romper".
“Es hermoso, eres hermosa.” Te dije.
“¿Crees en esto?”
“No creo mucho en el destino, pero hoy creo en ti, creo que
te encontré”.
Al día siguiente pasé por tu casa, te llevé flores, tulipanes obvio, tus
favoritos, de todos colores, como a ti te gustaba. Venían atados con una cinta
roja de regalo, que cortamos en dos y atamos cada uno a nuestras muñecas.
“Me siento infinito.” dijiste
“Somos infinitos.” te bese.
Y una tormenta llegó si aviso. Llevándose nuestro techo, apagando
nuestro fuego. Vivíamos cerca, te veía muy seguido pero sin saber nada de ti.
Lo último que recibí fue para mi cumpleaños. Dejaste tu copia de “La tregua” de
Benedetti en mi portal. En mis dedos sentí tu esencia, entre las páginas aún
percibía tu perfume. Junto a la entrada del 3 de febrero había un post it. “Quizás
sea tiempo, quizás el hilo rojo si se pueda cortar”.
Yo por lo menos no fui capaz.
Y hoy, 28 de junio, a pocas cuadras de ti miro fijamente la
cinta en mi muñeca. Camino, inconsciente, topando con gente. Olvidando nombres,
recordando nuestra muerte.
Ahí estas. Con tu blusa rosa, tus anteojos oscuros. Indescifrable,
tan cerca, tan lejos.
Mi alarma suena, a la hora que acordamos.
Y entre toda la gente, a pesar de la distancia, distingo
entre todo la cinta roja aún atada a tu muñeca.
La alarma vuelve a sonar.
Son las 7.10
La hora de despertar.
Y en mi teléfono recibo tu mensaje:
“Nos vemos a las 15.50, pero no sé si logre llegar”.